jueves, 3 de diciembre de 2015

Un viaje que merece la pena hacer

El pasado viernes 27 de noviembre se estrenaba en los cines El viaje de Arlo (The good dinosaur), la última producción de la "fábrica de sueños" de Pixar tras el enorme éxito que Inside Out les supuso. Al igual que otros muchos, he crecido con las historias que Disney me contaba en sus películas, y no pude esperar mucho para ver su nueva creación.


Aprovecho esta pequeña crítica cinéfila para denunciar el exceso de publicidad que los grandes cines introducen antes de la proyección. No les basta con incentivar nuestro consumo de unas palomitas demasiado saladas para que compremos bebida o de poner los tráilers de los futuros largometrajes (cosa que a mi parecer tienen sentido y que puede ser hasta útil al descubrir al espectador alguna película de la que no sabía nada), sino que además debemos soportar más de diez minutos de anuncios comerciales igualitos a los que vemos en televisión constantemente.
Tras un corto titulado "Sanjay's super team", basado en una experiencia real de la infancia de un animador de Pixar, que hace que nos preguntemos "¿qué se fuman antes de hacer los cortos?" y nos recuerde al chasco que muchos nos llevamos con "Lava" al comienzo de su última película, comienza lo bueno. 
La película plantea un mundo paralelo en el que el meteorito que acabó con la vida de los dinosaurios millones de años antes de que el homo sapiens apareciese no choca con la Tierra, sino que pasa de largo. Esta pequeña diferencia es la justificación perfecta para que dinosaurios y humanos convivan. La historia se centra en una familia de Diplodocus y más concretamente en uno de los hijos, Arlo, el más pequeño, torpe y cobarde de todos. Pixar sigue buscando el romper con estereotipos y demostrar a los niños que cualquiera puede hacer grandes cosas (aunque no seas el más grande o el más valiente). Como su propio nombre indica, sucederán determinadas circunstancias que harán que Arlo deba encontrar el camino de regreso a casa, acompañado por un niño humano cuyo comportamiento es similar al de un perro, y otros personajes (amigos y villanos) que irán apareciendo a lo largo de su aventura.
Uno de los primeros factores a destacar en esta película es la estética y la calidad de los entornos. Cada vez se superan más, y en este caso consiguen crear una naturaleza tan realista que bien podría ser la que nosotros vemos en el mundo real. Los personajes siguen manteniendo el estilo propio de la marca, pero eso no les quita mérito ninguno. En este caso son dinosaurios y antecesores a los animales que hoy conocemos; y esa fidelidad científica a la evolución de las especies es otro de los pequeños detalles que hacen a estas películas tan especiales.
Con mucho humor casi desde el primer momento, sencillo debido al público mayoritario al que va destinada la película pero no menos divertido ni básico; se consigue amenizar una historia de superación y amistad con la que grandes y pequeños pueden disfrutar. 
Por último, es en la parte sentimental donde reside el otro punto fuerte de la película. El tierno trasfondo que esconde este desdichado viaje combina momentos realmente tristes sobre la pérdida de seres queridos (todos conocemos la manía de Disney y de Pixar de hacer huérfanos a sus personajes) junto con otros más emotivos en los que se resaltan valores ya mencionados como la superación de miedos, el cariño y, sobre todo, la amistad. Es imposible no soltar una lagrimilla en algún momento de la película.
Una historia bonita, divertida y amena que casi cualquier persona, sin importar la edad, disfrutará.

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