La sociedad está cambiando. Y, si queremos ser un
poco más precisos, en realidad lo que cambian son los valores de esta.
Hoy
quiero hablar del “perdón”. Evidentemente, es difícil dejar pasar una traición,
un fallo o una mentira de alguien a quien tienes aprecio, alguien a quien
quieres, sea de la forma que sea. Requiere reflexión, y saber que vas a poder
volver a lo que tenías antes con esa persona sin rencor ni desconfianza. Quizá
empezando de cero, pero libres de las ataduras de las traiciones pasadas. Si
sabes que no será así, que no podrás volver a hablar con esa persona sin
acordarte de su pecado, ¡oye! Entonces mejor ni lo hagas. O, al menos, no
durante un tiempo. Es así de fácil, cuando vayas a perdonar a alguien, evalúa si
te sientes capaz. Duele más que quien quieres te responda con desprecio a que
simplemente esa persona esté procesando su dolor para asumir tu traición,
creedme. Es difícil aceptar que tu aprecio es vapuleado y tirado a la basura.
Pero ahora vamos al tema que realmente me ha traído a
escribir: pedir perdón. En esto, varía según la personalidad: hay personas a las que les cuesta más y otras que lo hacen por instinto de no perder a la otra. Pero todos
estamos de acuerdo: si sentimos que tenemos la culpa, de una manera u otra,
terminamos haciéndolo (aunque muchas veces sea demasiado tarde). El problema de
hoy en día es que la gente no siente esa culpabilidad, esos remordimientos de conciencia.
Está bien, estoy generalizando, no todos somos así. Pero desde hace unos meses
vengo acumulando tantos casos que me hacen perder bastante fe en la amistad.
Constantemente me pregunto: ¿es que soy demasiado exigente o últimamente acumulo muchas decepciones? Es una pregunta tan triste que creo que no merece
respuesta, o es que quizá no quiera escucharla.
Mi filosofía sin duda es la de arrastrarme por quien lo
merece. La palabra “arrastrar” es demasiado fuerte, y siempre aparece la típica
persona que asegura que no se arrastra por nadie. Bueno, “arrastrar” en el
sentido de intentar recuperar a alguien que creo que hace mi vida mejor si el
fallo ha sido mío. Si te han traicionado otros, es mejor que sean ellos quienes
te busquen, pero todos sabemos que algunos somos tan débiles que caemos en el
error de hacerlo nosotros cuando no deberíamos.
Estoy divagando, lo sé, pero voy al grano. Las personas no
somos tan exigentes con alguien a quien apreciamos. Si el error es una pequeña
decepción que se arregla con la otra persona demostrando que le importas, es fácil
de solucionar. Y si el error es algo más grande, tiempo y paciencia son tus
mejores aliados. El problema es que ya no se hace eso. Fallan, piden perdón
(con un gran esfuerzo por su parte) y si ven el rechazo en un primer momento,
pasan. Y sin remordimiento alguno. Adiós confianza, adiós momentos, adiós amistad,
y les da igual. Supongo que se convencerán que han hecho todo lo que han podido, no es culpa suya y no pueden hacer más. Cuán triste es eso… Y más sabiendo que un empujoncito
más, un detalle y esa persona te recompensará con un abrazo que arreglará todo.
Reflexionad, solo pido eso. Luchad por alguien importante en vuestras vidas,
que te ha dado sus mejores momentos y sonrisas. No tiréis la toalla por sus
negativas, el corazón necesita tiempo para recomponer la decepción, pero lo
hará. Al fin y al cabo, tú también eres importante para esa persona.
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