Es curioso lo rápido que fluyen las palabras cuando tienes prisa por publicar algo. O al menos en mi caso. También conozco gente que en estos casos se bloquea terriblemente y no puede pensar en nada más que el programa de escritura justo delante de él, agobiandoles, diciéndoles lo despistados que son, que están perjudicando al resto de redactores, que es escoria.
Hay gente con demasiada imaginación, la verdad.
Yo simplemente soy imbécil, pero no me afecta, es algo que tengo bastante asumido, la verdad: La tierra es redonda y yo soy un imbécil de campeonato. Y si no ¿Por qué iba a estar escribiendo este post corriendo en la sala de espera del médico?
Ah, espera, que no me conocéis. ¿Dónde estarán mis modales? Es algo que nunca encuentro, como las llaves, la cartera o mi dignidad como persona humana. Me llamo Pablo, tengo dieciocho años y, actualmente, soy estudiante de Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Y soy uno de los mayores imbéciles que recorren internet.
A lo mejor me estoy echando demasiadas flores. Soy imbécil, pero, en mi opinión, no llego al nivel de los mayores gilip*llas de internet, especialmente, de YouTube. Como todos sabéis, YouTube se ha convertido en una plataforma gigante y muy rica en cuanto a contenido se refiere. Una plataforma que, al igual que internet entero, ha revolucionado las comunicaciones, convirtiendo a la audiencia en propia creadora de contenido, o algo así dice mi profesor de Teorías de la Comunicación.
Volvamos a los subnormales que copan la plataforma audiovisual. Desde los albores de humanidad, los gilip*llas existen, y además en cantidades enormes: Uno de cada 3 humanos es un gilip*llas, al igual que 9 de cada 10 personas se inventa porcentajes. Por tanto, con lo fácil que es crear contenido en internet, era cuestión de tiempo que los gilip*llas llegaran a internet, y lo que es aún peor, que se empezaran a convertir en modelos a seguir para los más jóvenes.
YouTube es una plataforma fantástica que yo mismo utilizo para publicar mi contenido. Admiro el trabajo que muchas personas realizan, mucha gente que ha convertido un hobbie como es colgar vídeos en la red en su propio trabajo. Hacen un trabajo absolutamente genial y se merecen toda la repercusión que tienen si no más. También alabo especialmente a esas personas que realizan un trabajo igualmente bueno sin recibir tanta audiencia, pero que aún así, le ponen todas sus ganas y todo su empeño. Chapó por ellos.
El problema viene cuando los aprovechados llegan. Gente que, sin esmerarse en lo que hacen, solo por insultar, criticar o denigrar a los demás, ganan repercusión. Gente que trata temas como la nutrición o el sexo sin haber recibido jamás la mínima formación sobre ello y que se jactan de ser unos eruditos, poniendo en peligro la salud de muchas personas, débiles de carácter, que siguen sus consejos por simple admiración. Gente que fomenta la incultura. Gente que ni siquiera les apasiona lo que hacen y utilizan YouTube como un medio para hacerse de “oro”, sin comprender que es, simplemente, una idea estúpida. Las posibilidades de ganar si quiera un dólar al mes subiendo vídeos son ínfimas, ya sólo por el hecho de llegar a tener la audiencia suficiente (Unos quince o veinte mil suscriptores), de destacar entre tanta oferta.
Ni aunque viviéramos dos vidas seríamos capaces de administrar tanto contenido.
Es una pena, todo se degrada por culpa de los gilip*llas. Utilizan contenido de gran popularidad, y que muchas veces ni siquiera les gusta, para hacerse populares en la comunidad. Contenido, en un principio, original y de calidad, que de tanto uso queda relegado a una mala fama por culpa de este tipo de personas.
Y lo que más me cabrea de todo: Los fandoms de Youtubers, a los que yo, cariñosamente, he apodado como "mercenarios de rojo".
Una vez leí que la Guerra se había ido perfeccionando a lo largo de la historia de la humanidad. Como animales conflictivos y destructores que somos, hemos tenido peleas desde los inicios de la humanidad, hasta llegar al Quinto Elemento. De los conflictos en tierra, pasamos al agua, al mar. A principios del SXX, la guerra pasó al aire, y durante la Guerra Fría, al espacio, aunque muy brevemente. Sin embargo, ahora, debido a su facilidad de uso, Internet se ha convertido en ese Quinto Elemento, con un lado positivo, todas sus utilidades, y uno negativo, entre lo que se encuentra la posibilidad de una posible Guerra.
Está claro que la próxima Guerra Mundial será a través de Internet, la llamada “Guerra Cibernética”, pero no todo es gran escala, pues las guerras personales también existen, y de ahí viene mi cruzada contra los fandoms.
Si sois usuarios frecuentes de YouTube España desde hace más de un año, seguramente os sonará esa pequeña guerra que tuvieron dos de los YouTubers más grandes de nuestra comunidad, no diré nombres. ¿Creéis que esa guerra la hicieron ellos mismos, insultándose como críos a través de las redes sociales? No, la realidad es aún más triste todavía: La hicieron sus fans, como soldaditos directos a insultarse entre ellos a través de una identidad digital en las bandejas de comentarios de YouTube. Sin embargo, un punto a favor de esos Youtubers es que no pidieron a nadie que librara la guerra por ellos, fueron los propios fans quienes, locos de rabia porque alguien había insultado a su "Dios" (muy entrecomilladamente), la libraron. ¡Vaya por dónde! ¡Una “guerra santa”!
Me parece perfecto que una persona admire a otra,; que la admire mucho, vale, genial; que se junte con otras personas que comprendan su admiración, estupendo. Pero todo tiene un límite. No estoy en contra de los clubs de fans, ojo, solo cuando sus actitudes se vuelven extremistas y obsesivas. Voy a hacer llorar a algún historiador con esto que estoy por decir pero: El fascismo surgió de fans obsesivos que veían a su "estrella" como un ser divino, justo la actitud a la que tornan muchos fandoms, no con connotaciones políticas, gracias a Dios, pero con esos mismos conceptos base.Cortarse las venas, tatuarse el cuerpo entero, romper la privacidad de la persona admirada… Son prácticas que, sinceramente, no entiendo cómo pueden surgir en la mente de una persona cabal con respecto a su objeto de admiración. Ya no solo por su propio bien, si no por el bien del artista o persona admirada.
Y es que nos encontramos muchos casos de personas, creadores de contenido, artistas, escritores… Cuya reputación ha sido quebrada por culpa de su fandom. Como Justin Bieber, por poner un ejemplo: Sin unas fans tan… Es que no puedo llamarlas de otra manera… locas del coño, no tendría tan mala fama, sólo sería conocido como un gilip*llas más, "ese que escupe a sus fans y deja las entrevistas a la mitad"
Desde este pequeño hueco de Internet pido que la gente reflexione sobre su actitud en internet y sobre cómo usa su identidad virtual. Solo pido un poco de racionalidad, de pensar con la cabeza y no con lo que todos sabemos. ¿Acaso es tanto pedir?
Besos en los bajos
Pablo
PD: De ningún modo el resto de redactores y el blog en general se hacen cargo de mis opiniones propias y de las personas a las que haya podido ofender (Especialmente con la frase del fascismo, por la que pido perdón de antemano). Mi opinión es mía y cargo con toda la responsabilidad de este escrito, gracias.
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