Afición, entretenimiento, hobby, pasatiempo, ¿pérdida de tiempo? Hay quien dice que los
videojuegos solo nos hacen desperdiciar horas de nuestra vida. ¿A quién no le han
dicho “¡Niño deja eso que te va a dejar tonto!” o “¿Ya estás con la maquinita?,
ya podrías aprovechar el tiempo”? Ciertamente, es una creencia generalizada que
disfrutar de los placeres que ofrece un mundo virtual es lo mismo que nadar contracorriente,
inútil. En contestación a estos, siempre me ha gustado identificar a los
videojuegos con la literatura, disciplina artística consolidada que nadie se atrevería
a menospreciar.
Un videojuego es como un libro. Hay libros buenos y malos,
en resumidas cuentas. Lo mismo pasa con los videojuegos, y yo soy partidario de
los primeros. Pero, ¿Cuáles son los buenos y cuales los malos? Para mí, un buen
videojuego, como un buen libro, cuenta una buena historia. Si un videojuego no
se centra en contar una buena historia no será un gran videojuego (de esta
manera, quedan excluidos todos aquellos que no lo hacen o no es su objetivo
principal, no diré nombres…) ¡Ojo! no digo que sean malos, que los hay, sino
que no serán ejemplares. Simplemente cumplirán su función más plana: entretener
(como ciertos libros). Retomando el símil, un buen libro cuenta una buena
historia. Pero, al igual que en los libros, cómo se cuenta algo vale casi más que
lo que se cuenta. De esta manera en los videojuegos se debe mimar la forma de
hacer vivir la historia al jugador (la narración en un libro), perfeccionando
los aspectos técnicos, la jugabilidad y el juego en sí. De esta forma, se
conseguirá un buen resultado y un impecable título.
Por lo tanto, un buen videojuego es como un buen libro: nos
tiene que contar una buena historia y contarla bien. Tiene que hacernos vivir
la historia y enseñarnos lo que se proponga en ella, aprendemos. No nos es
indiferente y ,mucho menos, una pérdida de tiempo al igual que no lo es leer un
libro. Jugar a un videojuego es como leer un libro: puede enseñar o no, puede entretener
o no, pero no se de nadie que haya oído “¿Ya estas con el libro?, ya podrías
aprovechar el tiempo” o “¡Niño deja de leer que te vas a quedar tonto!”.
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