Cuando cotiza más alto un morreo?
Ni valen paseos de la cintura
Ni manos que anticipan el deseo
Plantaré un árbol de labios carnosos
Para que los mirlos no me avasallen
“Que se besen”, corean los graciosos
Adiós, intimidad ¡Coño, se callen!
Por suerte, todavía un mirlo blanco
Está dispuesto a compartir un banco
Y llevarme al París de su memoria
Este prólogo no me corre prisa
Este cobarde anhela tu sonrisa
Estos catorce sueñan una historia
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