Queda apenas un mes para las
elecciones generales de nuestro país, y los principales partidos ya están
calentando motores y preparados para la carrera democrática que vamos a vivir
en breves.
Por la derecha está claro quién,
el Partido Popular de Mariano Rajoy
sigue siendo el favorito de la población española más conservadora, mientras su
líder sigue buscando la nacionalidad europea; los niños buenos de Ciudadanos parecen estar en medio del
fuego cruzado y no terminan de decidirse por qué lado decantarse públicamente,
pero muchos ya les ven más cercanos al PP
que a cualquier otro partido pero queriendo mantener su imagen de partido
diferente y nuevo. Ahora bien, si viramos hacia la izquierda encontramos un
panorama muy distinto, en el que los principales grupos políticos no acaban por
definirse bien y se centran más en enfrentarse a sus rivales de izquierda que
en organizarse adecuadamente.
La izquierda española está
dividida. El ya clásico Partido
Socialista Obrero Español y su atractivo (reconozcámoslo) líder Pedro
Sánchez se alejan poco a poco del socialismo, consiguen mantenerse como una de
las primeras fuerzas y conservar su posición dentro de un bipartidismo que
parecía desaparecer pero que puede que aún nos dé para otro asalto. Izquierda Unida ha conseguido un líder
que aparenta estar formado y ser capaz de ejercer adecuadamente, joven y con
visión, en el peor momento del partido y tras el primer jarro de agua fría que
recibieron en las autonómicas catalanas. Y como no, el temido Podemos; ese partido que surgió de la Puerta
del Sol y que nos sorprendió debido a la fuerza con la que empezó y plantó cara
a los partidos grandes. Hasta Pablo Iglesias ha cambiado lo que originalmente
parecía que iba a ser este "por y para el pueblo" de colores
violetas.
Cualquier democracia necesita de
todas las posturas políticas, y la Transición española es ejemplo de ello. Las
diferencias que los partidos de izquierda tienen no hacen más que complicar una
victoria frente a las fuerzas de derecha que, aun teniendo sus problemas
internos, parecen imitar al mítico barco de Chanquete y se aferran al poder
cuanto pueden. Cada partido, como ya va siendo típico de la política española, acaba
por buscar nada más que su bien propio y su beneficio, ganar las elecciones
como sea y luego ya se verá, quitar lo que pusieron los que son contrarios a mí
sea bueno o malo...y así sigue la cosa.
Soy de la opinión de que algo hay
que hacer con nuestro país y especialmente con sus dirigentes, que al fin y al
cabo son los que pueden decidir de verdad. Ya va siendo hora de que se renueve
plantilla, que los cargos que llevan demasiados años en los partidos y solo
buscan mantener el cargo y su posición pierdan el control que ahora poseen y
aparezca gente (sea de derecha o de izquierda) que realmente estén en política
por vocación y para buscar lo mejor para su gente; un verdadero hombre del
pueblo que no tire de amiguismos ni defienda al que paga su buena vida a costa
de lo que no le pertenece.
No soy un gran fan de la política
española por muchos aspectos, pero aún conservo cierta esperanza en que podamos
hacer las cosas bien. Confiemos en que el 20D sea el comienzo de lo que tantos
queremos ver: el cambio para bien.
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